Justo antes de que Guáimaro tuviera que cerrar, por el estado de alarma, acababa de estrenar un escaparate espectacular. Creo que es de las puestas en escena más bonitas y estéticas que he visto en mucho tiempo. Una reunión de genios en toda regla.
“Ser un buen artesano no impedirá que sea un genio”
Auguste Renoir
Diana decidió que el punto en común que tendría su ventana al mundo sería la artesanía. Y así fue como empezó a componerlo, con ese toque de genialidad que le pone a lo que hace, y a ir seleccionando pieza a pieza hasta que todas encajaron a la perfección.
Los sofás son de rattán y son obra de Nelson Sepúlveda Design, un escultor y diseñador Chileno, que se inspira en la vida cotidiana para crear objetos únicos que hablan sin palabras. Estos sofás son auténticas obras de arte que se pueden disfrutar en el día a día.
Los cuadros de lino son obra de Diana Torres. Están pintados con técnica mixta utilizando acrílico, pigmentos y tintas. Miden 100 x 100 cm y como peculiaridad se pueden colocar de distintas formas creando composiciones diferentes.
Las lámparas rompen la barrera entre arte y artesanía elevando el punto tricot a categoría de escultura. Se pueden apoyar en el suelo o colgar, y su luz produce un efecto relajante, cálido y muy original.
Los jarrones son de cloisonné , que se hace de forma artesanal con pequeñas piezas de esmalte vidriado. Y el fondo es un lienzo sin bastidor pintado en tonos azules sobre lino, obra de Diana Torres.
Mi granito de arena en este escaparate en tonos azules son estos dibujos de jarrones que adornan la librería.
Esto es sólo la mitad del escaparate que se quedó sin público por esta situación tan extraña que nos ha tocado vivir. Curiosamente ahora que nos hemos digitalizado más que nunca en el confinamiento, estamos deseando recuperar el trabajo artesanal. Y en Guáimaro hay una buena muestra expuesta para que podáis admirarlo ahora que volvemos a abrir con todas las ganas.